El tema de la relación íntima, sexual y afectiva con una persona diferente de la que ocupa el papel de “pareja” en el ámbito social, familiar, etc. es uno de los temas que ocupan a la humanidad desde los tiempos más antiguos. El tema se ha abordado en la psicología sobre todo desde el enfoque terapéutico, es decir, el análisis de las consecuencias que tiene la infidelidad para el ánimo de la persona que se siente engañada, la forma de intentar recomponer la relación y la confianza en la pareja, etc. Poco se ha estudiado de forma científica (aunque muchas son las creencias populares) sobre las causas psicológicas que llevan a una persona a ser infiel a su pareja (sin entrar en motivos morales) o de las características de la persona que acompaña al infiel en su aventura.
Generalmente cuándo se aborda el porqué de la infidelidad, éste se ha reducido a la simple búsqueda de placer, algo es solo una mínima parte de la verdad.
El tema de la infidelidad tiene muchísimas vertientes y puede dar para hablar y escribir mucho. Desde cómo se encuentra a la persona con la que se es infiel, los motivos para serlo, las consecuencias que tiene para la persona engañada, si es posible recuperar la confianza tras haber sufrido una infidelidad y recomponer la pareja, y un larguísimo etc.
Sin embargo, el tema de la infidelidad es tan importante, que en las peticiones de atención psicológica suele ser uno de los principales motivos de consulta , ya sea porque el descubrimiento de la misma por parte de la parte engañada produce un momento de crisis total, ya sea que los pacientes vengan porque no aguantan la culpa al engañar a su pareja, ya sea porque les sorprende no sentirla y se preguntan si están enamorados realmente, porque no saben si deben o no dejar a su pareja, etc. Es un tema que en realidad abarca a todos, aunque algunas personas se crean absolutamente ajenas a la infidelidad o piensen que nunca las va a afectar, lo cierto es que es una situación que todos podemos vivir y que probablemente hayamos vivido en algún momento de nuestras vidas o estamos viviendo ahora, ya sea en el lugar del amante, del infiel o de la persona engañada.
¿Pero de qué hablamos realmente cuando hablamos de infidelidad?
Quizás para empezar a hablar de infidelidad lo primero es definirla, puesto que si bien se suele referir a ella cuando hay contacto sexual con otra persona diferente de la pareja, las nuevas tecnologías han cambiado mucho este concepto. ¿Es infidelidad por ejemplo, que tu pareja dedique varias horas al día a chatear o flirtear con otra u otras personas por la red? ¿Qué mantenga una relación afectiva con otra persona aunque no haya habido contacto corporal? Seguramente son puntos que deben aclararse.
Podemos definir a la infidelidad como la ruptura de un contrato, acuerdo o pacto implícito o explícito, en el cual uno de los dos miembros en una pareja, tiene algún tipo de relación con una tercera persona. Si bien esto puede sonar muy claro, a veces los límites de qué es lo que se considera una infidelidad varían de persona a persona. Hay muchas personas que piensan que si no hubo sexo no hay infidelidad, para ellos los besos no contarían, otras más extremistas creen que tan sólo basta pensar en serlo o fantasear con otra persona para cometer una infidelidad. Y algunas otras personas que por ejemplo se permiten seducir gente constantemente, llegando a entablar largas charlas y devaneos amorosos no lo consideran una infidelidad, aunque habría que ver que piensan de eso sus parejas. (J. Cañamares)
El tema fundamental para hablar de infidelidad es la ruptura del contrato que se había establecido. En todas las parejas hay reglas explícitas e implícitas. Por ejemplo se suele explicitar quién va a dedicarse a determinadas tareas dentro de la pareja, lo que sería un acuerdo explícito, pero normalmente en nuestra cultura la infidelidad suele ser algo que damos por implícito, es decir, no solemos discutir con nuestra pareja lo que consideraríamos infidelidad, puesto que damos por supuesto que es algo que no se va a dar. Normalmente se da por supuesto que ambos miembros de la pareja acuerdan frecuentemente mantener un vínculo de exclusividad sexual y afectiva. Al romperse o incumplirse ese contrato entre los miembros de la pareja, se pone en cuestión la confianza y depositada en la otra persona y la relación se daña, así como la persona que sufre la infidelidad suele ver dañada su autoestima y mucho más y seguramente tendrá muchos problemas para volver a confiar en la otra persona, aunque decida mantener la relación.
Una cosa distinta serían los llamados “swingers”, es decir, parejas que explicitan tener otro tipo de relaciones sexuales como el intercambio de pareja, los tríos, etc. Pero aún así, en estas parejas hay normas implícitas (por ejemplo que ninguna relación sexual se dará sin que la pareja lo sepa, que no habrá implicación afectiva, etc.) Es decir, ellos también establecen “un contrato”, aunque con otras reglas, puesto que en la mayoría de las parejas, lo pactado suele ser la exclusividad.
De hecho, en contra de la creencia popular, la mayoría de las infidelidades “se perdonan”, lo que no quiere decir que no se haya producido un daño grave en la pareja, de ahí que muchas personas necesiten la ayuda de un psicólogo especializado en problemas de pareja para continuar con esa relación de una manera más o menos sana. Sin duda la confianza de las personas es la que más sale perjudicada después de que una infidelidad es descubierta y seguramente habrá serias dificultades para que pueda confiar de nuevo en la pareja, puesto que no se ha cumplido lo que se tenía pactado o convenido.
De acuerdo con lo que dije antes, la infidelidad es un tema del que se puede hablar y escribir mucho. Podemos hablar de tipos de infidelidad (por ejemplo, muchas personas no ven igual “un rollo de una noche” que una relación más duradera o llevar “una doble vida”). También de los motivos que llevan a cometer la infidelidad, que simplificarlos a la búsqueda de placer, quedaría corto, de las características psicológicas que tienen las personas infieles, de cómo afecta la infidelidad a la pareja, si ésta se puede perdonar y seguir adelante y un larguísimo etc. que serían demasiado largos para tratar en estas pocas líneas.
También, dentro de la infidelidad hay muchas falsas creencias que siguen en la boca de muchos. Por ejemplo, que por naturaleza los hombres son más infieles que las mujeres. Esto podría ser así hace unos años, pero en la medida que la mujer se ha incorporado al mundo laboral, universitario, y otros ámbitos que antes eran casi exclusivos para los hombres, los estudios hablan que las cifras de hombres y mujeres infieles son casi similares. Otra creencia cada vez más extendida es que la mayoría de las personas “son infieles”. Esto tendría una explicación bastante simple, y es que muchas veces la infidelidad sale a la luz y no es solo el engañado el que se entera (no así la fidelidad) creando en las personas una visión sesgada de la realidad.
Y algo que resulta muy interesante analizar, puede que no sea tanto las características que llevan a una persona a ser infiel, sino, las características que llevan a una persona a ser fiel. Quizás nos hemos centrado mucho en hablar de infidelidad y nos hemos olvidado de lo más importante, y es que para entender la infidelidad hay que entender sobre todo la fidelidad. Características como las creencias, los valores, la familiar de origen, el grupo social, etc. pueden ser determinantes para que una persona sea fiel.
Pero desde luego, todos estos temas, necesitan un capítulo aparte. Aunque espero que estas pocas letras hayan servido al menos como “introducción” para un tema tan complejo como humano.
NURIA CANSECO PUENTE
Colegiada B-01309
Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca. Máster en Psicología general sanitaria
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