Las nuevas tecnologías han cambiado notablemente nuestras vidas en muchos aspectos. Y pueden tener múltiples aplicaciones. El hecho de optar por asesoramiento psicológico online, a través de teléfono, o programas como Messenger o Skype, se ha mostrado como un modo igual de eficaz que el tratamiento presencial, si bien este sigue siendo preferido por muchas personas.

Entre las ventajas que permite la terapia no presencial están:

– El mantenimiento de la intimidad que muchas personas prefieren.
– Poder encontrar el profesional adecuado al problema evitando desplazamientos y pudiendo ser atendido desde la comodidad del hogar.
– Facilita que la persona puede encontrar el momento para tener su sesión , pues puede hacerlo en un momento libre, sin tener que desplazarse, evitando esperas, etc. y haciendo que interfiera lo mínimo en la vida cotidiana.
– Permite hacer consultas concretas a través de E-mail, y luego decidir si se debe o no iniciar una terapia para resolver el problema. Así mismo, facilita que de forma anónima se pregunten dudas concretas al profesional adecuado.
– El iniciar una terapia, ya sea vía telefónica o por los otros medios antes mencionados, permite además hacer un seguimiento de las tareas a través de correos electrónicos.
– Permite conocer de antemano el tipo de escuela que sigue el terapeuta y sus métodos de trabajo, y ver si este concuerda con lo que el cliente busca.

Este tipo de asesoramiento, solo cambia el medio, si bien el tratamiento es el mismo que si la terapia fuera presencial. Se establece el mismo vínculo con el profesional elegido, y ha demostrado ser igualmente eficaz.

Si bien muchas personas, siguen prefiriendo el tratamiento presencial, otras muchas optan por estas nuevas opciones, en las que como digo, solo cambia el medio, en absoluto la forma de trabajo del psicólogo ni la forma en que enfoque y trate los problemas.

Casi todos los problemas psicológicos son susceptibles de ser tratados a través de este medio, tales como ansiedad, depresión, fobias, problemas sexuales, etc.

¿QUÉ ES Y POR QUÉ HACER TERAPIA BREVE?

Ante el creciente número de problemas psicológicos y relacionales de la sociedad actual, y teniendo en cuenta el gran malestar que causan a la persona o personas implicadas, surge la necesidad de nuevos tratamientos que sean lo más breves posibles y, por lo tanto, también más económicos y eficaces. Surge así la Terapia Breve.

En Terapia Breve se trata de hacer el menor número de sesiones posible. Normalmente consideramos que entre siete y diez sesiones deben ser suficientes para resolver el problema. Si son menos, mucho mejor, pero nos comprometemos a realizar todas las necesarias. Para conseguir esta brevedad tenemos una formación específica que consideramos eficaz, y lo que es más importante, necesitamos que la propia persona se implique al cien por cien en su propia recuperación. De ahí que se le pida que realice alguna tarea enfocada a resolver lo que le preocupa y que acuda a las citas convenidas con el terapeuta Las tareas que se le pedirán, variarán en función del problema. Por ejemplo, no son las mismas técnicas las que se usan para resolver un problema sexual que un trastorno de alimentación, o la forma de enfocar y tratar una depresión.

Normalmente la primera sesión la utilizamos para que el cliente nos cuente que es lo que le preocupa y ver si le podemos ayudar. Así mismo, el cliente también debe decidir si la ayuda que le ofrecemos y nuestra forma de trabajar se adapta a lo que él quiere. Los objetivos de la terapia se acuerdan entre el terapeuta y el cliente. Deben ser aceptados por ambas partes y ambos deben considerar que son objetivos racionales y posibles de alcanzar.

Si el terapeuta decide que puede ayudar al cliente y ambos deciden iniciar una terapia, ya se le pide que realice alguna tarea para la próxima sesión. Aunque nos comprometemos a apoyarle y orientarle en este proceso que no siempre será fácil, exigimos también que el cliente se responsabilice de lograr su propio bienestar. Se debe comprender la importancia de seguir la terapia hasta la resolución del problema. De no ser así, es posible un empeoramiento de los síntomas.

La periodicidad de las sesiones la marca el terapeuta en función del problema a resolver y las tareas a realizar. Normalmente oscilan entre los diez días y las dos semanas, aunque el objetivo es que a medida que se logre la mejoría, se vayan espaciando más en el tiempo.

Dentro de el marco y la idea de que la terapia sea lo más breve posible, la idea es que el paciente debe implicarse en su problema y por tanto, entre sesión y sesión se mandan tareas para que pueda seguir trabajando en casa. Dichas tareas se evaluarán en la sesión siguiente, valorando si han sido eficaces, cambiándolas si son necesarias y mandando otras nuevas, de cara a resolver lo más pronto posible el problema. Partiendo de este presupuesto, se pueden tratar casi todo tipo de problemas, si bien cada caso y persona tienen sus características propias y la evaluación es individualizada, así como que las tareas se mandarán en función del problema específico de cara a resolverlo de la manera más eficaz posible.